sábado, 13 de mayo de 2017

Por qué la mayoría de sociólogos no piensa (ni pensará) en términos evolucionistas

En un artículo publicado en la revista Sociological Forum en 1990, el profesor de sociología y antropología de la Universidad de Washington Pierre L. van den Berghe, autor de Man in Society: A Biosocial View (1975), escribía un sencillo pero polémico artículo titulado “Why Most Sociologists Don't (and Won't) Think Evolutionarily”. He rescatado el artículo porque contiene ideas que resultan de interés también en la actualidad. 

El diagnóstico de Van den Berghe es claro, y no parece haber cambiado mucho desde la publicación del artículo. La mayoría de sociólogos rechazan o, al menos, ignoran, la relevancia de la teoría evolucionista para el estudio del comportamiento humano y la vida social. No necesariamente ignoran la teoría de la selección natural y sexual, pero sí consideran que no tiene ningún poder explicativo en el la conducta social humana y el funcionamiento de la vida social. 

Según Van den Berghe, esto es debido a diversos motivos generales, compartidos con todas las personas, así como a motivos propios de la disciplina. Entre los motivos generales estarían la incapacidad para aceptar que el ser humano es una especie animal más así como el rechazo a lo que se percibe como una desmitificación del comportamiento humano. La teoría de la evolución nos hace ver que los seres humanos somos, tan solo, una especie más del reino animal. Somos únicos, pero sólo en el sentido en que cualquier especie animal es única. Somos una especie animal con unas características propias, con un cerebro avanzado y una vida social compleja. Pero no somos más que una especie animal. Esto resulta inaceptable para muchas personas.

Pero, según Van den Berghe, la resistencia de la comunidad sociológica al pensamiento biológico es más bien una forma de incompetencia entrenada. La mayoría de profesores de la sociología, nos dice, son militantes y orgullosos ignorantes de la teoría de la evolución. No fue así con los primeros sociólogos como Spencer o Sumner, que al menos no se oponían al pensamiento evolucionista. Pero toda la sociología moderna ignora la biología y la teoría de la evolución. Entre los motivos específicos por los que la teoría de la evolución es negada en la Sociología, el autor refiere a:

  • El dogma del ambientalismo. Nadie duda que los factores ambientales influyen en la conducta humana. Pero el empeño en la oposición naturaleza vs crianza, en vez de reconocer la interacción entre ambas dimensiones de la conducta humana, limita la capacidad de Sociología para reconocer el papel de las disposiciones innatas en la conducta. 
  • Determinismo cultural. Como afirma Van den Berghe, el sistema social tiene propiedades emergentes que no son reducibles a los sistemas inferiores (red social, mente, cerebro, gen). Y la sociología debe estudiar estas propiedades emergentes irreductibles a la base material de la sociedad. Pero el determinismo cultural, tan difundido entre la Sociología y la Antropología social, niega el papel de los sistemas inferiores en la conducta social y el funcionamiento de la vida social. 
  • Negación del materialismo. La sociobiología o la teoría evolucionista aplicada al estudio de la vida social implica reconocer el papel de la infraestructura biológica en la conducta humana social y en el funcionamiento de la sociedad. Sin embargo, buena parte de la teoría sociológica es de carácter humanista. 
  • Sesgo metodológico que impide la observación del comportamiento humano. Van den Berghe acusa a los sociólogos de trabajar con datos agregados, de distanciarse, a diferencia de los etólogos, de la observación de la vida social en su entorno natural.
  • La teoría evolucionista es percibida como demasiado simple. La teoría sociológica gusta de complicar las cosas, nos dice el autor. El paradigma sociobiológico resulta demasiado simple. 
Concluye Van den Berghe que buena parte de los análisis sociológicos pueden continuar ignorando la biología evolutiva sin grandes riesgos para su continuidad académica. El análisis de políticas comparadas, por ejemplo, no necesita recurrir a explicaciones evolucionistas. Pero si de verdad queremos avanzar en el conocimiento científico de la conducta social y el funcionamiento de la vida social, la Sociología debe abrazar la teoría evolucionista y la sociobiología. De lo contrario, corre el riesgo de permanecer como una disciplina abstracta y estéril, sin contacto real con el comportamiento humano y lejos de la corriente fundamental en la ciencia actual.