sábado, 15 de diciembre de 2018

Modelos sobre la conducta social humana: ¿qué determina nuestro comportamiento?

Una de mis aficiones intelectuales favoritas es coleccionar modelos sobre la conducta social humana. ¿Qué factores determinan nuestra conducta? Un buen modelo causal tiene que dar cuenta de la complejidad de factores que determinan la conducta social humana, desde los relacionados con el individuo hasta aquellos relacionados con el contexto social. Pero, al mismo, tiempo, tiene que ser lo más sencillo posible.

Son numerosos los modelos sobre la conducta social humana. Unos son generales, como el “modelo integrado del comportamiento”, otros aplicables a un tipo de conducta social, como el “health belief model”, en el ámbito de la salud, o el modelo ABC de Stern, en el ámbito de la conducta ambiental. Unos tienen una orientación más actitudinal, como el modelo de Azjen sobre el comportamiento planificado, otros una orientación más ecológica, como el modelo de “people and places” de Maibach y colaboradores.
Toda disciplina interesada en el estudio del ser humano y la sociedad posee algún modelo más o menos explícito sobre la conducta social humana. De hecho, una teoría sobre la conducta social no es más que un intento de modelizar y explicar la influencia de alguno o de todos los factores implicados en la conducta social humana.

He seleccionado tres modelos sobre la conducta social que considero interesantes: el “modelo integrado de comportamiento”, porque diferencia con precisión los elementos actitudinales más relevantes en la conducta al tiempo que considera los elementos no actitudinales; el modelo “people and places” porque muestra el carácter complejo de la conducta social humana; y el modelo de B.J. Fogg, por su simplicidad.

Por supuesto, no todas las conductas son idénticas. Una respuesta automática (como morderse las uñas) difiere de una adicción (como el alcoholismo), un hábito (ducharse por las mañanas), una decisión planificada (comprar un producto). Los tres modelos refieren, más bien, a conductas planificadas, en las que la intención juega un papel más significativo.  

El “modelo integrado de comportamiento”, fundamentado en la teoría de la acción planificada, es, en esencia, un modelo actitudinal mejorado. Considera que el comportamiento está directamente determinado por la intención o decisión de llevar a cabo un comportamiento pero, también, por el conocimiento o las habilidades del individuo, la relevancia o prominencia de la conducta, las barreras externas a la conducta y la existencia de un hábito en relación a ese comportamiento. A su vez, la intención de comportamiento está determinada por la actitud del individuo ante el comportamiento, la percepción del individuo de la norma social y la agencia personal o auto-eficacia. Estos tres factores (considerados por la investigación como los más asociados con la intención de conducta) están, a su vez, determinados por creencias y características personales previas.

  

El modelo de “people and places” es un modelo holístico sobre la conducta social humana (su origen es el estudio de la salud humana). El modelo distingue dos grandes componentes: los atributos de las personas y los atributos de los lugares. Entre los atributos de las personas, el modelo distingue tres tipos o niveles de factores causales: los relacionados con el individuo (actitudes, habilidades, predisposiciones biológicas, características sociodemográficas), las redes sociales de las que forma parte el individuo y la población o comunidad. Entre los atributos relacionados con los lugares, el modelo distingue entre elementos locales y elementos distales. En uno y otro nivel, se incluyen elementos del entorno físico y del contexto social.



Finalmente, el modelo de Fogg sobre el comportamiento considera tres elementos determinantes: la motivación del individuo, la habilidad o facilidad de la acción y la existencia de disparadores de la conducta. La motivación refiere al deseo consistente de realizar una acción. Fogg distingue tres motivadores principales de la conducta: el placer y la evitación del daño; la esperanza y el miedo; y la búsqueda de aceptación social y la evitación del rechazo. La habilidad está relacionada con las capacidades de un individuo para llevar a cabo una conducta pero, sobre todo, con la facilidad o simplicidad de la acción. A igualdad de motivación, cuanto menos rutinaria sea una acción, más esfuerzo requiera y más coste implique una conducta, menos probable será que un individuo la lleve a cabo. Finalmente, la conducta está en función de la existencia de disparadores, esto es, de elementos externos que avisan al individuo de que lleve a cabo la acción o que facilitan que la acción se lleve a cabo.  



Como vemos, los tres modelos enfatizan distintos mecanismos implicados en la conducta social y relacionados con las características de la conducta, el individuo, el contexto social y el contexto biofísico.

Así como el estudio de los sistemas y subsistemas que componen la realidad son “monopolio” de disciplinas específicas (la mente, de la psicología; la sociedad, de la sociología; el cerebro, de la neurociencia; el ecosistema, de la ecología; el subsistema económico, de la economía, etc.), la conducta social humana o, mejor, sus determinantes, son objeto de estudio de las distintas disciplinas interesadas en el ser humano o la sociedad, desde la genética de la conducta a la sociología. De ahí la variedad e interés de los modelos.  

martes, 27 de noviembre de 2018

Cómo tomar mejores decisiones: El modelo WRAP

Aunque sabemos que gran parte de nuestras acciones cotidianas son resultado de hábitos y rutinas -se calcula que cerca del 40%- y no de decisiones conscientes, en ocasiones tenemos que tomar una decisión, tenemos que hacer una elección entre distintas opciones alternativas.

Tomar decisiones sobre cuestiones personalmente relevantes es difícil para la mayoría de personas. En este sentido, funcionar a partir de rutinas es más eficiente, porque evita que caigamos en la fatiga por decisión. Pero no siempre es conveniente perpetuar un hábito. Hay momentos en los que hay que cambiar, y es inevitable decidir. Decidir es difícil por varios motivos. Uno es que desconocemos el resultado de elegir una opción. El futuro de cualquier curso de acción personal u organizativa es incierto. Y la incertidumbre suele generar ansiedad y paralización (la teoría de la decisión habla de parálisis por análisis).




Decidir es difícil, también, porque nuestra mente consciente es capaz de considerar numerosos factores implicados en la decisión, numerosos pros y contras de una decisión. La dificultad de decidir es, en la mayoría de ocasiones, el resultado del hecho de que valoramos más de un factor cuando consideramos nuestras opciones. Por ejemplo, si sólo valoramos el precio de un producto, elegir entre tres productos alternativos es sencillo: escoge el más barato. Pero si consideramos diversos factores como la calidad, los posibles efectos sobre la salud, el origen, si procede de comercio justo, el atractivo de la etiqueta, etc., es fácil quedar paralizado por la decisión.

La toma de decisiones se puede complicar por otros factores relacionados con el contexto de la decisión. Un ejemplo es el fenómeno conocido como “paradoja de la elección”. Investigada por el profesor de psicología Barry Schwartz, hace referencia al hecho de que, en ocasiones, contar con muchas opciones disponibles dificulta la decisión al tiempo que genera niveles de satisfacción menores con la decisión tomada. Hay algunos estudios interesantes al respecto. En uno de ellos, por ejemplo, un grupo de personas tuvo que elegir una marca de mermelada entre seis tipos de mermelada. Otro grupo fue expuesto a 24 tipos de mermelada. El grupo que eligió entre solo seis mermeladas realizó diez veces más compras que el grupo expuesto a 24 opciones. Tener demasiadas opciones puede dificultar la toma de decisiones.




Otro factor implicado es, por supuesto, la personalidad del decisor. La investigación refiere a la distinción básica entre estrategias o personas maximizadores y optimalistas. Optimalistas o satisfacedores (satisficers) son aquellos que evalúan diferentes opciones y cuando encuentran una suficientemente buena, se la quedan. Es una estrategia bastante efectiva en muchos ámbitos y, aunque asociada a peores resultados objetivos, suele estar asociada a un mayor bienestar subjetivo. Maximizadores o perfeccionistas son aquellos que buscan la opción perfecta. Diversos estudios muestran que los maximizadores obtienen, de media, resultados mejor valorados, pero sufren de una menor satisfacción tras la decisión.

Ante una decisión podemos recurrir a distintas estrategias de decisión. Podemos recurrir a nuestros impulsos, a nuestras emociones a corto plazo. Podemos recurrir a nuestra intuición. Podemos recurrir a la norma social, la tradición, lo que hacen otros. O podemos aplicar el razonamiento consciente (la lista pros y contras de cada opción es el proceso más básico en este sentido). El dilema de la decisión es, en muchas ocasiones, fruto de la incompatibilidad entre todos estos mecanismos.

Aunque no hay un método infalible para tomar decisiones conscientes, los profesores de comportamiento organizacional Chip Heath y Dan Heath han desarrollado un método (modelo WRAP) de toma de decisiones en Decídete. Cómo tomar las mejores decisiones en la vida y en el trabajo que merece la pena tener en cuenta ante cualquier decisión. El libro es una lectura muy interesante. También puede encontrarse un resumen del modelo en estos vídeos, poco publicitados, de los autores.

Modelo WRAP de toma de decisiones:

1. Amplía tus opciones: Quizá es el punto más importante del método WRAP. Es fundamental considerar más de una opción en una decisión o problema. Cuando enmarcamos la decisión como un problema binario, de sí o no (ej. comprar esta vivienda o no comprarla, aceptar o no un presupuesto, etc.) estamos limitando nuestras opciones de éxito (ej. podríamos configurar cuatro presupuestos cambiando distintas opciones). Buscar las distintas opciones de una decisión es un paso crítico. Cualquier problema puede, en realidad, tener más de dos o tres soluciones u opciones posibles.




2. Comprueba tus supuestos: El sesgo de confirmación (la tendencia a adquirir información que confirma nuestras creencias previas) es un problema a la hora de tomar una decisión. Realizar pequeños experimentos o aprender de otras personas son estrategias para vencer el sesgo de confirmación.



3. Desconfía de la emoción a corto plazo. La emoción a corto plazo puede conducirnos a tomar decisiones malas a largo plazo. Todos hemos estado ahí. Chip Heath y Dan Heath recomiendan tomar distancia y pensar en nuestras prioridades y valores. La acción comprometida con nuestros valores y metas nos garantiza una mayor coherencia y satisfacción a largo plazo. Como afirman los autores, podemos cambiar de perspectiva preguntándonos: ¿Qué le diría a mi mejor amigo que haga? O, ¿qué haría mi sucesor? o pensando en la regla de 10/10/10: ¿Qué pasará en 10 minutos, 10 meses y 10 años si tomo esta decisión?




4. Prepárate para estar equivocado. Es fundamental estar preparado por si la decisión no genera los resultados deseados. La técnica del análisis premortem, por ejemplo, nos hace situarnos mentalmente en un escenario de fracaso, para evaluar qué ha salido mal. Esto nos ayuda a reducir el riesgo de fracaso en el presente así como a prepararnos ante el fracaso en el futuro. 


No hay un método infalible para tomar decisiones conscientes. Y, seguramente, gran parte de nuestras decisiones van a ser dictadas por nuestras emociones a corto plazo, la influencia externa o el entorno de la decisión. Pero, por lo general, merece la pena utilizar algún método racional de toma de decisiones. La lista de pros y contras y atribución de pesos es poco realista, cuando no inútil. El método de los hermanos Heath es realista y empírico. Y su libro, una lectura muy interesante.

jueves, 1 de noviembre de 2018

Culturas rígidas, culturas laxas

Como la personalidad de los individuos, la cultura de las sociedades se puede examinar a partir de un número limitado de factores o rasgos distintivos. En el ámbito de la personalidad, los rasgos esenciales refieren al grado de Honestidad-Humildad, Emocionalidad, Extroversion-Introversión, Agradabilidad, Minuciosidad y Apertura a la experiencia (HEXACO, por sus siglas en inglés). En el ámbito de la cultura, sin embargo, no existe un consenso sobre los rasgos que caracterizan a las culturas. Algunos investigadores han propuesto modelos universales, como el modelo de las cinco dimensiones de Hofstede, que identifica los rasgos de Distancia de poder, Individualismo-Colectivismo, Masculinidad-Feminidad, Evitación de la incertidumbre y Orientación a largo plazo-Orientación a corto plazo.

Un factor muy estudiado es el de Individualismo-Colectivismo. En las sociedades individualistas, el individuo posee una orientación hacia uno mismo, como una persona autónoma, mientras que en las sociedades colectivistas, la identidad de un individuo está sumergida en la sociedad o en el grupo más amplio al que pertenece. Así, de la misma forma que los individuos difieren en su nivel de extroversión-introversión, las culturas difieren en su nivel de individualismo-colectivismo.

Pues bien, otro factor clave para entender las diferencias entre las culturas está relacionado con el grado de orden normativo de una cultura, determinado por el número de normas sociales explícitas que posee una cultura así como el grado en que estas normas son implementadas, seguidas de forma estricta o no por los individuos de esa cultura. Según su nivel de orden normativo, las culturas se distribuyen en un continuo de Rigidez-Laxitud. La rigidez máxima implica que la cultura posee normas para muchos aspectos de la vida individual y social y que estas normas son implementadas de modo estricto. La laxitud máxima implica que la cultura posee pocas normas, que estas son poco claras y que son implementadas de un modo laxo.

La investigación sobre el factor Rigidez-Laxitud está brillantemente documentada por la investigadora en psicología cultural Michele J. Gelfand en su libro Rule Makers, Rule Breakers: How Tight and Loose Cultures Wire Our World. Gelfand ha dedicado su carrera académica a la investigación cros-cultural sobre el factor de Rigidez-Laxitud: cómo desarrollar indicadores válidos, subjetivos y objetivos, de la rigidez cultural, la medida del grado de rigidez-laxitud de las culturas del mundo, los determinantes socio-ambientales de la rigidez-laxitud o la correlación entre la rigidez-laxitud y factores como la felicidad o el grado de autoritarismo de una sociedad. El libro Rule Makers, Rule Breakers es una muy buena síntesis de más de 20 años de investigación social.


El factor de Rigidez-Laxitud fue planteado por primera vez en los años 60 del siglo XX por el antropólogo Pertti Pelto. Uno de los retos fundamentales de cualquier sistema social es compaginar el orden con la diversidad, la estabilidad con el cambio social. Esto produce que las culturas desarrollen pautas particulares de hacer frente a este reto.

Un orden normativo excesivo impide la expresión individual y la innovación. Una laxitud excesiva hace impredecible una sociedad, dificultando la cooperación y coordinación social. De modo que unas culturas evolucionan hacia sistemas más ordenados, estrictos, rígidos (como la Esparta de la Grecia Clásica, o el Japón y Singapur actual) mientras que otras desarrollan sistemas normativos más flexibles, más laxos (como la Atenas de la Grecia Clásica o la actual Nueva Zelanda o los Países Bajos). Las sociedades con una cultura rígida tienden a ser más cerradas, más ordenadas, menos tolerantes, más uniformes y estables, tener entornos más limpios y silenciosos. Por el contrario, las culturas más laxas tienden a ser más abiertas, más desordenadas, más diversas y más abiertas al cambio y tener entornos más ruidosos y sucios.



Una cuestión esencial es por qué unas sociedades desarrollan una cultura más rígida que otras, es decir, qué factores determinan el grado de rigidez-laxitud normativa de una cultura. La investigación de Gelfand y colaboradores sugiere que las sociedades que experimentan un nivel más elevado de estrés ambiental o social, como el derivado de la densidad de población elevada, el riesgo de invasión, la diversidad interna, la enfermedad epidémica o los desastres naturales, tienen a desarrollar niveles de orden normativo más elevados (mayor rigidez). Por el contrario, aquellas sociedades con un desarrollo histórico más seguro tienden a desarrollar órdenes normativos más laxos.

Otra cuestión apasionante es la conexión compleja entre cultura, temperamento, funcionamiento del cerebro y genes. Un hallazgo predecible pero muy relevante de la investigación de Gelfand y colaboradores es que el factor Rigidez-Laxitud está correlacionado con el temperamento de los individuos y su grado de autocontrol (en las culturas más rígidas, los individuos tienden a tener más autocontrol) así como con la expresión de ciertos genes asociados con la vigilancia social. En las sociedades más rígidas, los individuos tienden a poseer una mayor capacidad para leer e interpretar las normas sociales, poseen una mayor capacidad de vigilancia.



Resulta difícil desentrañar la interconexión entre cultura, temperamento y genes. Pero de forma muy resumida podemos decir que ciertas características del entorno biofísico y social hacen más probable que sobrevivan individuos con un grado mayor de autocontrol y vigilancia social, lo que, a su vez, configura culturas más rígidas que, a su vez, favorecen la expresión de rasgos individuales de mayor observancia normativa. Es la idea, no fácil de desentrañar, de co-evolución gen-cultura, que nos sugiere que la expresión de ciertos rasgos es resultado de la evolución biológica y cultural, ambas entrelazas, y a la que Gelfand presta poca atención en el libro.

Finalmente, Gelfand plantea una cuestión de gran interés: ¿es mejor vivir en una sociedad rígida o flexible? ¿deben las sociedades y las organizaciones hacerse más rígidas o más flexibles? Y la respuesta es que un grado intermedio de rigidez-laxitud parece asociado a resultados más favorables en distintas medidas de bienestar social. Gelfand refiere al Goldilocks Principle o principio de Ricitos de Oro: las cosas deben situarse entre ciertos márgenes y no irse a los extremos. Como afirma la investigadora en una entrevista sobre rigidez-laxitud, terrorismo y orden social:

Sin embargo, el problema surge cuando la severidad o la laxitud se vuelven extremas: al estudiar a más de 30 países descubrimos que tanto las culturas muy estrictas, al punto de llegar a la opresión (como Pakistán, Turquía y China) como las culturas muy laxas, caóticas por tanta libertad (como Ucrania, Brasil y Venezuela) son menos felices, tienen más depresión, tasas de suicidios más altas y más inestabilidad política.

El libro Rule Makers, Rule Breakers es un libro fundamental para comprender las diferencias entre las culturas y, en especial, el factor de Rigidez-Laxitud. Es, también, una magnífica y estimulante introducción a la investigación en psicología y sociología cultural.

martes, 28 de agosto de 2018

Pensamiento evolucionista y políticas públicas: una entrevista con David Sloan Wilson


Hace unos meses tuve la oportunidad de entrevistar a David Sloan Wilson, SUNY Distinguished Professor de Biología y Antropología de la Universidad de Binghamton, Presidente del Evolution Institute y autor de obras importantes como Darwin’s Cathedral: Evolution, Religion and the Nature of Society y Evolution for Everyone: How Darwin’s Theory Can Change the Way We Think About Our Lives. Hablamos del Evolution Institute, de la teoría evolucionista en el ámbito de la política pública y del proyecto Noruega y sus lecciones sobre qué hace que una sociedad funcione. David Sloan Wilson proporciona algunas ideas muy interesantes para la Sociología. Es de agradecer su amabilidad y dedicación.

¿Cuáles son los principales objetivos de The Evolution Institute?

El Evolution Institute es, sorprendentemente, el único think tank en el mundo que formula políticas públicas desde una perspectiva evolucionista moderna. Incluso en los países europeos donde la mayoría de la gente acepta nominalmente la teoría de la evolución (a diferencia de los EE. UU.), casi nadie la utiliza para informar las políticas sobre temas como gobernabilidad, economía, educación, calidad de vida, sostenibilidad o relaciones internacionales. Esto se debe a una historia social muy compleja que estigmatizó el estudio de la evolución en relación con los asuntos humanos hasta finales del siglo XX. La conclusión es que somos la primera organización que conecta sistemáticamente el mundo de la ciencia evolucionista moderna con el mundo de la formulación de políticas públicas.
¿Qué proyectos, iniciativas o intervenciones han llevado a cabo en el EI para conectar la ciencia evolucionista con las políticas públicas?
Nuestros proyectos abarcan desde proyectos de "pensar" (investigación científica básica), a "decir" (comunicar al público en general y a expertos en políticas), y "hacer" (implementaciones en el mundo real). Un ejemplo de proyecto de "reflexión" es Global History Databank, compilado por el vicepresidente del EI, Peter Turchin, para estudiar la evolución cultural de las sociedades a gran escala. Un ejemplo de un proyecto de "decir" es nuestra revista en línea This View of Life, que informa "cualquier cosa y todo desde una perspectiva evolutiva" a una audiencia general. Un ejemplo de un proyecto de "hacer" es  www.prosocial.world, que se ha utilizado para mejorar el rendimiento de los grupos en el mundo real en entornos tan diversos como las agencias del gobierno australiano y las aldeas africanas.
¿Por qué el Proyecto Noruega?

Cada nación moderna es un ejemplo de evolución cultural y las naciones varían ampliamente en su funcionamiento a escala nacional, como lo documentan libros como The Spirit Level y Why Nations Fail. Noruega y las demás naciones escandinavas encabezan sistemáticamente los rankings de felicidad (Noruega ocupa actualmente el puesto número 1), calidad de vida y productividad económica. Creemos que una perspectiva explícitamente evolucionista puede agregar valor al estudio de todas las naciones y hemos otorgado a Noruega una atención especial. Por ahora, hemos establecido una extensa red social en Noruega, que incluye la comunidad académica, los think tanks, la comunidad empresarial, los sindicatos, etc. Como resultado, es probable que Noruega sea la primera nación que se alfabetiza ampliamente sobre la evolución en relación con los asuntos humanos, ¡además de sus otros activos!
¿Qué lecciones podemos aprender del estudio de Noruega en términos de cómo construir una sociedad mejor? ¿Cuáles son los ingredientes generales que hacen que Noruega funcione tan eficientemente?

Comencemos con alguna teoría básica. Para que cualquier grupo funcione bien, los miembros deben realizar servicios el uno para el otro. La mayoría de los comportamientos que son "por el bien del grupo" son vulnerables a comportamientos egoístas, como el parasitismo o la explotación activa. Esto se aplica a todas las especies sociales, no solo a los humanos. Los seres humanos evolucionaron por evolución genética para ser altamente cooperativos a escala de pequeños grupos, en gran parte a través de la capacidad de suprimir los comportamientos disruptivos egoístas dentro del grupo. Nuestra psicología moral innata se puede entender en estos términos. Sin embargo, no estamos genéticamente preparados para cooperar en grandes grupos. Esa capacidad debe atribuirse a la evolución cultural que opera en los últimos 10.000 años, como lo recuerda el vicepresidente del EI, Peter Turchin, en su libro Ultrasociety.

Noruega y otras naciones que funcionan bien han logrado ampliar los mecanismos que suprimen los comportamientos perturbadores egoístas a escalas subnacionales, de modo que la nación funciona como una unidad corporativa. Las naciones que funcionan mal han sucumbido a comportamientos egoístas disruptivos a escalas subnacionales o comportamientos predatorios de otras naciones. Espero que puedan ver cómo este marco evolutivo proporciona un punto de partida diferente en comparación con la teoría económica ortodoxa, por ejemplo. Trataré de ser más específico sobre Noruega a continuación.
¿Qué instituciones, prácticas, características hacen de Noruega una sociedad tan eficaz? Su colega del EI, Jerry Lieberman, menciona el fondo soberano noruego, el enraizamiento y el respeto por la naturaleza, el humanismo, entre otros elementos clave...
El fondo soberano es un buen ejemplo de lo que Noruega hace con sus recursos. Muchas naciones tienen reservas de petróleo, pero Noruega se distingue por el uso de los ingresos del petróleo para crear un fondo en beneficio de todo el país. En general, las naciones nórdicas recorren un camino intermedio entre el socialismo de control y mando y el capitalismo de laissez-faire no regulado. La economía de mercado es fuerte, pero también lo son los sindicatos y la participación del estado. Estos tres grupos de partes interesadas principales trabajan en colaboración para resolver problemas comunes, de la misma manera que los miembros de un grupo pequeño. Debido a que son colaborativos y comparten el poder, existe un alto grado de confianza, que es esencial para que cualquier grupo funcione bien.
Un aspecto distintivo de nuestro enfoque es incluir elementos culturales que generalmente quedan fuera del análisis político, como la forma en que se crían los niños y las normas sociales informales que operan entre los adultos. Los ejemplos incluyen cuentos y libros populares para niños como Ash boy (en Noruega), Pippi Longstocking (en Suecia) y Moomintrolls (en Finlandia). Las normas informales entre los adultos incluyen dugnad, una expectativa de que las personas deben trabajar en grupos voluntarios, y normas comerciales informales que prohíben las disparidades salariales obscenas dentro de una corporación.
¿Por qué la cooperación entre individuos y unidades sociales y su capacidad de establecer salvaguardas para evitar la explotación y la competencia destructiva son elementos críticos?

La vulnerabilidad de la cooperación al free-riding y la explotación activa existe para todas las especies sociales y grupos humanos de cualquier tamaño, desde una díada hasta el planeta. En Noruega y otras naciones que funcionan bien, existe un equilibrio de poder entre los principales interesados, como los negocios, el trabajo y el gobierno. También hay un espíritu de trabajar conjuntamente con el bienestar de toda la nación en mente. Finalmente, se aprecia que los problemas son complejos y requieren soluciones sistémicas y holísticas. Esto puede parecer obvio, pero sólo desde ciertas perspectivas. Por ejemplo, la metáfora de la mano invisible pretende que la búsqueda de un interés propio de bajo nivel beneficia al bien común de más alto nivel, cuando nada podría estar más lejos de la verdad. Es importante enfatizar que cualquier nación puede acercarse o alejarse de estos principios de diseño funcional, aunque su implementación puede ser dependiente de su trayectoria histórica. América ha oscilado como un péndulo durante sus 250 años de historia, como muestra el vicepresidente del EI, Peter Turchin, en su importante libro Ages of Discord. El "Modelo Polder" de gobernanza adoptado por los Países Bajos en los años ochenta converge hacia el modelo noruego y los Países Bajos también ocupan un lugar destacado entre las naciones en cuanto a eficacia y bienestar. Los mismos principios proporcionan un plan para la gobernanza global.
¿Puede la comprensión de la evolución sugerir formas de mejorar la eficacia de los grupos y las unidades sociales, desde las familias hasta las organizaciones y los países?

¡Absolutamente! Todos los asuntos importantes de política pública pueden recibir un cambio de imagen al ser abordados desde una perspectiva evolucionista. Esto podría sonar como un reclamo extravagante, pero simplemente amplía la forma en que los biólogos ya estudian el resto de la vida para incluir a nuestra propia especie, con la debida consideración a la cultura, además de a la evolución genética. Esta expansión se ha retrasado.
¿Cuáles serían los principios de diseño o los elementos a tener en cuenta al tratar de intervenir en una comunidad, una ciudad o un país desde una perspectiva evolucionista?
La politóloga Elinor Ostrom recibió el Premio Nobel de Economía en 2009 por derivar ocho Principios Básicos de Diseño que permiten a los grupos gestionar recursos comunes como bosques, campos, pesquerías y sistemas de riego. Tuve el privilegio de trabajar con Ostrom durante varios años antes de su muerte en 2012 para generalizar los Principios básicos del diseño desde una perspectiva evolucionista. Esencialmente, mostramos que todos los grupos que intentan alcanzar metas colectivas requieren los mismos principios. La cooperación es en sí misma un recurso común. Examinar estos principios está más allá del alcance de esta entrevista, pero animo a los lectores a visitar www.prosocial.world para obtener más información.
¿Cuáles son sus intereses intelectuales actualmente? ¿Y del EI?

Veo el siglo XXI como un período de síntesis de los conocimientos relacionados con el ser humano, similar a la síntesis del conocimiento biológico que tuvo lugar durante el siglo XX (y continúa). Catalizar la síntesis del siglo XXI es mi prioridad intelectual principal, en el que la investigación básica y aplicadas van de la mano. Animo a los lectores a visitar www.prosocial.world, que puede ayudar a cualquier grupo a mejorar su eficacia y el bienestar de sus miembros, y TVOL1000, que permite a cualquier persona unirse a un movimiento social basado en "esta visión de la vida". El Evolution Institute merece entrar en los rangos de los think tanks más importantes y potencialmente puede ayudar a cualquier nación u organización a explorar el valor agregado de adoptar una perspectiva explícitamente evolucionista.

jueves, 26 de julio de 2018

Comprendiendo el Posmodernismo

Leer filosofía postmoderna es una actividad arriesgada para cualquier estudiante de ciencias sociales. Para el científico natural, un texto de Foucault o Derrida puede ser una excursión inofensiva. Rápidamente volverá al laboratorio. Pero para el estudiante de sociología o de psicología social, las consecuencias pueden ser funestas. Un texto posmoderno puede resultar en un “mal viaje”. Del que nunca se recupere.   






Para prevenir una intoxicación postmoderna conviene leer, de tanto en tanto, algún análisis crítico del pensamiento postmoderno. Una breve introducción al Posmodernismo que no conocía es la de Stephen Hicks, profesor de filosofía en el Rockford College (Estados Unidos). En Explicando el posmodermismo: La crisis del socialismo, Hicks explora los supuestos metafísicos y epistemológicos del Posmodernismo, sus antecedentes históricos en la contrailustración así como las conexiones de la filosofía posmoderna con la izquierda radical. Para Hicks, el Posmodernismo es el resultado final del ataque contrailustrado a la razón, que transformado en una ideología política es adoptado por una parte de la extrema izquierda con el objetivo de destruir el orden capitalista ilustrado.

Hicks considera el Posmodernismo un movimiento filosófico y cultural integral inspirado en el pensamiento contrailustrado iniciado por Kant que combina una metafísica antirealista con una epistemología subjetivista y relativista con el activismo político colectivista y nihilista. Si la filosofía de la ilustración supone la defensa del objetivismo y el realismo, el empiricismo, el racionalismo y el individualismo, el Posmodernismo plantea tres ideas fundamentales: a) no existe una realidad independiente de la conciencia, es decir, la realidad sólo existe en nuestro cerebro; b) no es posible adquirir un conocimiento objetivo de la realidad, es decir, la objetividad es un mito, no existe “la verdad”, “la manera correcta” de leer la realidad sino que la verdad es relativa al tiempo y al lugar, todas las interpretaciones son igualmente válidas; c) los individuos no son seres autónomos sino marionetas de fuerzas sociales superiores.

El Posmodernismo es el resultado final del ataque de la Contrailustración a la razón.

Una tesis principal del libro de Hicks es que una parte de la izquierda radical -sobre todo de la izquierda académica- asume como propios los principios epistemológicos del Posmodernismo tras el fracaso del pensamiento marxista. Nos cuenta Hicks que, abandonadas gran parte de las hipótesis más importantes del marxismo a partir de los años 50 del siglo pasado, parte de la izquierda académica cambia su énfasis, adoptando una postura relativista e irracionalista con la que poder combatir el orden social. Si los datos muestran que las sociedades capitalistas prosperan en todos los indicadores de calidad de vida, salud y bienestar, los datos son relativos -piensa la nueva izquierda posmoderna.
   
“Metafísicamente”, el Posmodernismo es antirrealista, y considera que es imposible hablar en serio de una realidad de existencia independiente.

Con independencia de la hipótesis de la vinculación entre Posmodernismo e izquierda radical, el libro de Hicks es una interesante introducción al pensamiento posmoderno. Se echa en falta, tal vez, una mayor profundidad en el tratamiento de la epistemología y la metafísica posmoderna, así como una explicación más coherente de las relaciones entre colectivismo y pensamiento posmoderno. Pero Hicks hace una buena caracterización del posmodernismo en tanto que acto final del pensamiento contrailustrado.


https://www.youtube.com/watch?v=BBJTeNTZtGU


Más allá de la utilización radical, política y heurística, del posmodernismo por parte de pensadores antisistema nihilistas (como afirma Hicks, el objetivo último de pensadores como Foucault era la desaparición de la especie humana) y farsantes (como confiesa el teórico literario posmoderno Stanley Fish, la deconstrucción “me libera de la obligación de estar en lo correcto... y sólo me exige que sea interesante”), el posmodernismo es una crítica necesaria de algunas de las limitaciones del realismo, el empirismo y el liberalismo. Aunque el daño del posmodernismo a las ciencias sociales, las humanidades y el arte ha sido muy significativo - pensemos en el construccionismo social, la deconstrucción o el orinal de Duchamp- hay elementos del pensamiento posmoderno que debemos tener en cuenta: la razón no es perfecta, el sujeto tiene sesgos que contaminan su búsqueda de la verdad y el individuo no es totalmente autónomo, libre, sino que está sometido a fuerzas sociales e impulsos emocionales. Basta, no hace falta dedicar más tiempo al posmodernismo.

En esta hipótesis, entonces, el Posmodernismo es una generalización del nihilismo dadaísta. No sólo el arte es mierda, “todo” es mierda.

Por suerte, tal y como ha tratado de sintetizar el pensamiento postpositivista, es posible llegar a un acuerdo sensato entre modernismo y posmodernismo sin necesidad de destruir la verdad, el arte, la ciencia o la humanidad. Este acuerdo consiste en aceptar, en primer lugar, que existe una realidad externa independiente de la conciencia, que esta realidad es compleja pero analizable objetivamente; y, en segundo lugar, que los científicos poseen sesgos y limitaciones en el estudio objetivo de la realidad, pero que existen mecanismos para neutralizar estos sesgos, el más importante de los cuales es la existencia de la comunidad científica. También podríamos llegar al acuerdo de que el individuo tiene autonomía en sus decisiones al tiempo que se ve influido por un conjunto de determinantes biopsicosociales y ambientales; que la racionalidad científica y tecnológica produce consecuencias no buscadas y nuevos problemas, pero que las sociedades han progresado gracias a esta racionalidad y son capaces de hacer frente a nuevos problemas, etc.

La lectura de Hicks me ha reconciliado con algunas ideas del postmodernismo (no con la deshonestidad de muchos pensadores posmodernos, claro). El posmodernismo - con su contradictoria defensa simultánea del relativismo y el absolutismo- es, quizá, una de las filosofías más disparatadas de la historia de la humanidad. Pero como todo producto humano, el posmodernismo ha tenido alguna función. Hicks argumenta que el pensamiento posmoderno proporcionó una filosofía a la que agarrarse a una parte de la izquierda radical. También, que parte de la filosofía de la contrailustración era un intento de defender la importancia equilibradora de la tradición, la comunidad y la religión. Creo que la principal función del posmodernismo en el ámbito de la epistemología ha sido alertar del riesgo del realismo ingenuo. En el ámbito de las ciencias sociales y la política, ha sido, quizá, recordar el poder de las fuerzas sociales en la acción humana y la necesidad de considerar también el colectivo como otra unidad operativa (no hacía falta el construccionismo social para aceptar estas conclusiones).  

Pero bien, estamos en el siglo XXI. Creo que una epistemología postpositivista, que contemple la complejidad de la realidad y las limitaciones de los científicos, junto con una visión sistémica, biopsicosocial, analítica y empírica es todo lo que necesita la ciencia social.